26.10.11

Encuentro del 15-10-11

Lectura: Reflexiones sobre el poder popular y una ponencia de Jorge Sanmartino y Mabel Thwaites Rey, «Apuntes para comprender el Estado y la política en Argentina (2001-2010)»
Introducción al libro
Elementos presentes:
1. Se produce una clara distinción entre poder popular y el populismo (marcamos que esta clara distinción era matizada y discutida por Omar Acha en su texto del mismo libro).
2. El objetivo del libro se dirige a las zonas grises de la conciencia popular que no se identifican ni con la crítica anti-sistémica de los militantes de izquierda ni con la adhesión simple al orden establecido.
3. El pueblo es necesariamente contradictorio y ambiguo. Puede experimentar derivas libertarias como sustentar los peores regímenes.
4. Luego analizamos la categoría de sub-alternidad que nos permitía sistematizar un tanto el concepto de pueblo. Y hay tres elementos fundamentales:
a. Pueblo y clase: el pueblo no se identifica inmediatamente con la clase, puesto que expresa conflictos y antagonismos que no siempre son de clase (suponiendo que un conflicto de clase implica extracción de plusvalor –discutimos mucho al respecto de esta caracterización de la clase). Facu recordó otro texto de Mazzeo que aclaraba un poco más este punto: en ese texto, Mazzeo decía que pertenecer a la clase trabajadora o clase obrera no implicaba necesariamente una política anticapitalista. La muestra palpable es que la clase obrera está fragmentada.
b. El pueblo y las clases subalternas son ambiguas: en este sujeto también se encuentra la reproducción social.
c. Poder: se presenta una especificidad orgánica (el estado) y la multisectorialidad. Según entendí: el estado es una expresión de las fuerzas (no como mero elemento cuantitativo sino como formas de organización, ideologías y posicionamientos diversos) de las distintas luchas subalternas, es decir, de la lucha de clases tomada en su multisectorialidad (no solamente la clase trabajadora sino todas las clases que se ven oprimidas). La lucha de clases también se da en el estado entonces, pero como momento instrumental. En cambio, en los distintos frentes ya no se establece una lucha instrumental sino que allí sí se genera poder popular. Sin embargo, la cuestión del poder no se da en este modo simple, puesto que también se dice que en los distintos frentes de construcción de poder popular también se dan relaciones de poder.
Acá empezaban ya las interpretaciones ya no tan pegadas al texto. Facu veía que esta última afirmación implicaba un posicionamiento respecto de la representación y el momento necesario decisorio de toda política (una intervención que estaba re buena sobre cómo esto a su vez esto no se identifica con la soberanía hobbesiana capitalista, pero que no copié porque estaba escuchando). Otros percibíamos que esa interpretación estaba muy buena pero que no se seguía ni aparecía en ninguna parte del texto. Y que tomado en líneas generales el texto no presentaba mayores problemas o que se mantenía en un nivel de abstracción que impedía pensar en los problemas concretos de organización que se presentan actualmente en las distintas activaciones anti-sistémicas. Decir que en las propias organizaciones hay relaciones de poder o poder a secas no nos lleva más lejos de lo que ya leímos en un montón de textos. Y deja en lo impensado, por caso, las formas de organización que asumen delegaciones y representaciones pero que no aceptan, por caso, una organización heterónoma de tipo estatal moderno (o directamente del estado burgués –creo que lo que Facu decía antes tenía que ver con que la crítica al estado no pasaba tanto por el tema de la soberanía y la representación sino directamente por su carácter burgués). Eze creo que lo dijo con más claridad: de alguna manera hay una distancia entre lo que se afirma en la introducción (pensar a partir de los problemas de los movimientos sociales antagónicos) y el conjunto de los textos, que parecen más bien ponencias sobre posicionamientos generales.
Por último: volvieron las preguntas sobre qué se entiende por estado, si es en su forma moderna/capitalista en su forma general. Volvimos a recordar el concepto de heteronomía en Castoriadis. Sobre esta distinción presente en el texto entre un movimiento donde se genera poder popular y un momento instrumental –el estado-, Maia lanzó la pregunta si esto no era totalmente compatible con el peronismo. Respondimos, creo, afirmativamente. La distinción movimiento-partido atraviesa toda la literatura peronista –y ahora que recuerdo está también en uno de los textos de El río sin orillas 1 y en La comunidad organizada de Perón/Astrada más en términos de movimiento y estado-. Algunas militantes del Frente que vienen del peronismo vienen pensando en este sentido, por caso, habíamos mencionado a Guillermo Cieza (se puede ver su posición en el último número de La Minga, la revista de Socialismo Libertario). El Chavismo es otro fenómeno político que se puede analizar desde acá y es, justamente, la dirección que van tomando algunos militantes del Frente.
«Poder Popular y Socialismo desde abajo» Omar Acha
Omar cifra su texto entre dos alternativas agotadas: la izquierda dogmática y su clasismo obrerista y la alternativa populista. Decíamos –y así lo tengo anotado- que está bueno reconducir el posicionamiento en un anclaje histórico pero que hace una especie de amalgama rara. Además de esta tesis, concreta y precisa, otro elemento que nos dio para pensar bastante es que para Omar no se puede distinguir tan claramente entre el concepto de pueblo y el populismo (a diferencia del texto introductorio) porque en muchas ocasiones históricas el populismo fue ocasión de beligerancias que radicalizaron su impronta populista.
Dos problemas presentes en el texto:
a. Realiza una crítica al concepto de multitud por tildarlo de liberal. Omar dice que el pueblo asume el conflicto como algo constitutivo. Acá Facu dijo que hay dos cosas suelen plantearse mal y que Acha cae en una de ellas: El pueblo no puede ser criticado porque unifica la diferencia (de hecho la multitud también actúa unitariamente a pesar de afirmar la diferencia y la multiplicidad de los sujetos que la conforman) así como es incorrecto decir que la multitud es liberal. Agrego: en lugar de atender a los conceptos se estaría prestando más atención a los términos y confundiendo con ese un término con un concepto. Esta intervención de Facu nos llevó a afirmar algunas preguntas que enmcarcan nuestros próximos derroteros: ¿Cómo hacemos de lo uno multiplicidad? Esto implica indagar filosóficamente las ontologías supuestas entre las distintas maneras de responder y resolver el problema. La pregunta ahí sería: ¿Cómo se entiende ontológicamente la relación entre lo uno y lo múltiple?
b. La primera afirmación de Omar hoy pierde actualidad, porque si bien el obrerismo al estilo PO/PTS está caduco, no parece estarlo el populismo…el estado de la izquierda anti-sistémica no parece poder disputarle actualmente el sentido de pueblo al populismo.
Jornadas de Socialogía
«Apuntes para comprender el Estado y la política en Argentina (2001-2010)»
Facu comenzó contando de dónde había salido este texto y quiénes eran los fulanos firmantes. Rey es jurista y Sanmartino es sociólogo y militante de Proyecto Sur.
Hubo muchos supuestos que saldar. El texto se afirma desde la teoría de la regulación, así que tuvimos que reponer un poco de dónde viene todo esto en economía. En la carrera de historia se ve bastante todo esto. La regulación busca construir categorías mediadoras que busquen poner en relación los principios epistemológicos de la economía con el devenir histórico preciso. En general, los regulacionistas toman categorías del marxismo pero ponderan el análisis de los capitalismos específicos. Es decir, no creen que haya un capitalismo y muchos estados o formas de realizarse la relación capitalista sino, directamente, una pluralidad de capitalismos dependiendo del devenir histórico y la geografía específica. Ejemplo preciso, Coriat (el que analizó el Toyotismo). Coriat venía del marxismo y rompió sobre todo con la crítica anti-sistémica aunque mantiene ciertos elementos de análisis, como por caso, la explotación capitalista. Lo que suelen aportar todos los regulacionistas es un análisis empírico –o mediador- muy rico. Para un regulacionista lo que importa no es tanto la contradicción entre el capital y el trabajo, sino las formas de regulación del capital que se está dando. De ahí que ponderen qué lugar se le da al salario, cuáles son las formas de contratación, cuál es el proceso de trabajo y sobre todo, cuál es la conformación del estado. Por lo general también, la opción política suele ser fomentar o ayudar a radicalizar aquellas formas de regulación que puede contener mayores niveles de democratización o control de la explotación (van desde la social-democracia francesa a variadas formas de reformismo de acuerdo a la radicalidad de sus análisis).
Discutimos bastante porque lo que para algunos eran el punto más destacable del texto, para otros era su límite claro en términos anti-sistémicos. Lo que sí era común sin duda era la reconstrucción precisa del tipo de regulación capitalista que se plantea desde el 2003 para acá. Los puntos en cuestión:
a. Despegue de la crítica marxista del Estado. El estado no es la junta de accionistas de la burguesía. Se produce un tercero aparente donde el Estado juega indirectamente pero indefectiblemente un rol estratégico en el sostenimiento del sistema, pero como no produce plusvalor, no se puede decir que sea inmediatamente capitalista. El estado asegura la relación de fuerzas favorable a la burguesía (de ahí que la terceridad sea aparente) pero no es la propia burguesía la que gobierna. Esto implica que, en ciertas ocasiones, el estado puede realizar acciones no capitalistas desfavoreciendo ciertas fracciones burguesas.
b. Crítica a Weber: el estado no sigue la racionalidad de la empresa, simplemente porque no acumula ni produce plusvalor. Paréntesis: Weber no decía que el estado era capitalista porque producía plusvalor sino porque contenía la misma racionalidad burocrática de la empresa, bastante al modo frankfurtiano de análisis.
c. Lo que ocurrió desde el 2001 para acá fue el pasaje de un modo de regulación y un estado neoliberal a un estado de compromiso débil. Facu comentó que la traducción al castellano en términos de «compromiso» pierde un poco el sentido del término en inglés, que sería más bien algo así como «una solución a medias» o «solución de compromiso». Este pasaje de un modo de regulación a otro es expresión de la lucha de clases, como toda mutación en el modo de regulación del capital.
d. Todo el texto está estructurado bajo la perspectiva de enriquecer una análisis estructural del capital con una análisis de la lucha de clases, que asume el carácter de autonomía relativa del estado y las distintas configuraciones y mutaciones estatales dependen de la autonomía relativa de la política (la lucha de clases).
Algunos problemas con este texto en particular y con la publicación en general. Para algunos, la determinación de economicismo en el concepto de modo de producción de Marx es un error gramsciano que confunde la forma de acumulación (la extracción de plusvalor) con el modo de producción capitalista a secas. De ahí que, para esta perspectiva, lo que no acumula capital, no es capitalista. De aquí se siguen varios problemas típicos de la teoría de la regulación: confusión en la necesaria relación entre dinámica de capital y lucha de clases; la determinación de acciones no capitalistas en un estado burgués y la reducción o confusión de la autonomía relativa de la política con una especie de autonomía a secas que pone el énfasis en las conformaciones de fuerza al interior del estado. Y no hay acá ninguna falacia ad hominem, puesto que estos enunciados no serían falsos porque Sanmartino milite en Proyecto Sur, sino que su postura política es absolutamente coherente con sus puntos de partida teóricos y con las salidas que suelen tener todos los regulacionistas: el abandono de un posicionamiento anti-capitalista por formas de regulación un tanto más favorables a la clase trabajadora. Lo que no les quita mérito alguno en sus análisis pero cifran sin duda un límite de perspectiva para las postura sí anti-sistémicas.
Por otra parte, si uno suma algunos tantos tomando todos los textos en general, encuentra varios elementos un tanto peligrosos por su orientación y derrotero históricos. En el texto introductorio y en la publicación en general sobre poder popular, la mención a Gramsci es ubicua. Si uno repasa el derrotero del PCI luego de la reforma gramsciana los encuentra de lleno en el Eurocomunismo, baluarte del reformismo del partido en los 70 y frente a lo que reaccionan los movimientos sociales italianos durante esa misma década (esto figura en la introducción al Dossier de Althusser que envié la semana pasada). Omar reconoce que es muy difícil separar tajantemente el concepto de pueblo de su versión populista. Si hoy esta última alternativa está lejos de mostrarse en crisis, resulta más difícil aún demarcarse hoy del populismo. Y si a esto se le suma una teoría económica regulacionista, se arma un peligroso diagrama reformista. Peligroso solamente para quienes sostenemos una postura anti-capitalista (marxistas o no, lo mismo da), para quienes no, obviamente, esta configuración es muy coherente. De hecho, Lu nos recordaba que más allá de todo esto, se pueden hacer re-interpretaciones y re-utilizaciones potentes. Por ejemplo, a ella le sirvió para entender con claridad por qué el kirchnerismo no es una opción. A Facu y a Eze para repensar la especificidad del Estado, etc.
Ciclo de luchas
El último texto cerraba sacando algunas conclusiones sobre el ciclo de luchas actual, a diferencia del ciclo de luchas abierto contra el neo-liberalismo. Si durante el neo-liberalismo era una opción hacer una crítica radical a todas las fuerzas que ocupaban el estado, hoy, frente a un gobierno que se legitima en este compromiso débil del estado y en un aumento relativo de la infra-estructura estatal, la crítica anti-sistémica queda desfasada. Esto llevaba a reconocer que las consignas de lucha hoy debían disputarle el sentido sobre términos como soberanía, distribución de la riqueza, independencia nacional, etc. Decíamos que un buen ejemplo de posturas como estas eran los 10 principios que sacó La Compa sobre cambio social, donde –decía Facu- no aparece el cambio social en ninguna parte. O, para agregar, el mismo mail que nos reenvió Facu de algunas organizaciones que forman parte de La Compa también, sobre las últimas elecciones. Obviamente que, para algunos, la disputa de todos estos elementos en estas condiciones no lleva más que las de perder, pero esta es otro discusión.