7.3.08

Encuentro del 15-02-08

En primer lugar y fruto de la convocatoria cibernética mediante el blog, se acercaron dos compañeros/as nuevos/as al espacio. Pablo y Natalia, ambos de la carrera de Filo, participaron y un tanto que sufrieron las inclemencias del más que abstruso Carl Schmitt.
Empezamos la reunión haciendo un raconto del grupo, cómo surgió, qué leímos y cómo es que organizamos la dinámica y nuestra relación con los textos. Detallo un poco lo que dijimos ahí, sobre todo desde el contenido porque nos puede servir para ir teniendo un pequeño registro de la narración de nosotros/as mismos/as, sobre todo desde el punto de vista de los problemas que venimos recorriendo.
Por lo que charlamos nuestras obsesiones pueden esquematizarse en tres grandes grupos:
1. La relación entre la ética y la política
2. La identidad y la diferencia
3. La política y el Estado
A su vez, sobre estos problemas habría dos tendencias distintas al momento de abordar estas obsesiones. Una que fija o intenta pensar bajo una cierta distancia la ética y la política. Esta tendencia estaría bajo el influjo del pensamiento de Levinas y de Derrida (aunque me permito acá algún matiz, porque por lo que leímos en Políticas de la amistad, el borramiento del enemigo y, como tal, de la política, lleva a la hostilidad absoluta, a una relación de pura violencia con el otro). La otra tendencia, en cambio, estaría tratando de pensar a la ética y a la política en una relación de remisión mutua o de mutua implicación. Sería una tendencia que estaría bajo el influjo del pensamiento de Scavino, por ejemplo.
Repaso de Schmitt

Luego, Seba hizo un resumen muy claro sobre los dos libros de Schmitt que trabajamos: «El concepto de lo político» y «Teología política». No pude tomar nota de todo lo que dijo Seba, así que, Sebastián, si tenés tiempo y ganas, meté mano. Preciso simplemente lo poco que tengo anotado:
Sobre Teología política, charlamos sobre el estado de excepción. Es decir, sobre la idea de que el momento de lo político se hace patente en los momentos de excepcionalidad. La excepcionalidad sería aquel momento que deja a las normas en suspenso, es decir, el momento preciso en que se produce un conflicto que no puede ser solucionado bajo las normas jurídicas vigentes. La soberanía sería la instancia en la cual la situación de normalidad se abre por emergencia de lo otro de la norma y ante la cual el soberano es capaz de instaurar o reinstaurar el orden. El momento político sería aquel en el que, ante la apertura de lo radicalmente otro, se vuelve a instaurar o se reinstaura el orden en cuestión.
Sobre «El concepto de lo político» hicimos referencia a la distinción amigo-enemigo como el eje que permite definir lo político. Recorrimos aquí una de las tensiones en el pensamiento de Schmitt y que consiste en tratar de cifrar un concepto de lo político independientemente del Estado pero que al momento de pensarlo en profundidad o en su efectividad, el mismo queda preso de la política de Estado.
Por otra parte, dijimos también que si bien en Schmitt lo jurídico es una instancia fundamental porque permite o contiene dentro del derecho la posibilidad de la emergencia de lo excepcional, no obstante, estaba claro que era lo político lo que jugaba el rol central entre lo jurídico y lo político (algo así como que este ámbito es el que fundamenta el otro).
Repaso de Derrida

Repasamos las críticas o estrategias deconstructivas mediante las cuales Derrida recorre el pensamiento de Schmitt. Hicimos referencia básicamente a dos movimientos:
1. La política entendida en términos de Schmitt redunda en el Estado.
2. La distinción entre amigo-enemigo es solamente abstracta.
Sé que en este repaso dijimos un montón de cosas más que no tengo anotadas en la libreta, así que, quienes recuerden, por favor, metan mano.
Miscelánea dialógica donde cruzamos la entrevista de Dotti y a Schmitt con muchísima gente

Anoto meramente los punteos de los problemas que surgieron por si alguien quiere profundizarlos o desarrollarlos:
· Nos preguntamos por el 2001; ¿Podría interpretarse el ascenso de Duhalde como ejemplo del decisionismo de Schmitt? En este sentido dijimos que el soberano se definía por los hechos o de hecho.
· Si el decisionismo de Schmitt siempre termina por ser la instancia que restaura el orden constitucional, ¿Quién podría llevar a cabo la transformación?
· ¿El soberano, podría ser el pueblo? Esto no está del todo claro en Schmitt, pero podríamos interpretarlo nosotros/as y abrir una línea interpretativa por este lado.
· Hicimos una distinción entre Estado y estados. No habría que confundir una instancia con la otra. Hicimos una referencia a Agamben con esta idea de que el Estado moderno lleva en sus propias entrañas el campo de concentración.
· Nos preguntábamos también en qué medida era Schmitt hobbesiano. Aquí hicimos referencia a la paradoja que recorre el pensamiento de Schmitt. Si bien siempre es la política, los hechos, lo que definen al soberano y al orden, no obstante, el soberano, en una situación excepcional, no puede hacer lo que le viene en gana (y esto está muy cerca de lo que interpreta Dotti, el soberano debe siempre restaurar el estado de derecho, todas sus prerrogativas deben ajustarse a esta determinación). Esto podría ser una distancia con Hobbes, en la medida en que no hay ningún motivo de derecho que ata al soberano al estado de derecho, sino solamente el hecho de actuar de la manera necesaria como para garantizar la unidad política de la sociedad y su propio cuerpo como cabeza del Leviatán (sin embargo parece que esta última interpretación se aleja de lo que Dotti interpreta de la lectura de Hobbes; según Dotti, el soberano Schmittiano tampoco podría hacer cualquiera de derecho).
· Volvimos sobre el problema del quién en la soberanía schmittiana, ahora teniendo en cuenta la interpretación de Dotti. Tengo anotado lo siguiente: «¿Qué es decidir? Tanto desde el punto de vista estático como dinámico».
· Recorrimos también la crítica de Dotti a la filosofía política post-moderna (pura crítica sin ser capaz de proponer alternativas). Aislamos dos momentos de esta crítica: 1. La crítica de los autores post-modernos y la postulación de la pura diferencia borra todos los límites posibles, de modo tal que semejante gesto instauraría un sistema de la pura diferencia que imposibilitaría toda diferencia real. Sería algo así como el «sistema» (mismidad) de la diferencia. Lo que supuestamente abriría la posibilidad a lo diferente termina justamente por cerrar toda diferencia real. Es decir, los posmos no sabrían (¿sabríamos?) pensar y practicar la diferencia. 2. La pura heterogeneidad olvida los cuerpos e instaura la posibilidad concreta y palpable de la violencia de todos/as contra todos/as. Si no se puede establecer una identidad duradera cualquiera, en cualquier instancia podría devenir un enemigo. La primera crítica incluso daría lugar a una postura (no buscada pero que operaría) análoga al mercado: al igual que la mercancía o el capital disuelve todo lo sólido en el aire, el postmodernismo estaría en consonancia con esto al criticar toda sustancialidad concreta. De la segunda crítica se deriva que el post-modernismo no podría proyectar formas de sociabilidad que redundara en el caos de la violencia. Mercado y anarquía cifrarían, según Dotti, las improntas de los pensamientos como los de Agamben y Laclau (el segundo en menor medida). Frente a esto solamente el estado de derecho podría hacer verdadera justicia a los cuerpos y a la diferencia (qué tull!?).
· Discutimos mucho el tema de cuál es el rol de la Filosofía en la política. Notábamos una tensión en el discurso de Dotti: por una parte establecía que el rol del filósofo era el del intérprete (en términos meramente académicos) y, por otra parte, su entrevista era una intervención política clara en relación al Estado y tomando partido de hecho por uno de los candidatos de la última elección presidencial (Binner). Es decir, al mismo tiempo que separa lo académico de lo político, su intervención en la entrevista daba cuenta del compromiso de la filosofía con la política.
· En relación a lo anterior Facu había dicho, de modo muy sólido, que las dos críticas de Dotti eran incompatibles una con la otra, pero no anoté todo esto. Facu, si querés, reponé esto porque estaba muy bueno (o yo recuerdo que me había convencido al instante).
· Hicimos también una referencia a la fenomenología de Husserl con esta idea de que la misma conciencia se desconoce a sí misma y que en algún momento la tranquilidad de lo propio de la autoconciencia se rompe por la emergencia de lo radicalmente otro. Esto estaría relacionado con el modo en que Schmitt/Dotti interpretarían la soberanía.
· Nos preguntábamos también cuál era la dinámica del cambio. Maia hizo referencia a lo que están trabajando con Romina y Laura (dos compañeras de la carrera) para la monografía del seminario colectiva «Filosofía, Historia y Comunidad». La comunidad sería aquella que permita potenciar las relaciones sociales (suponiendo que el Estado moderno y el capitalismo no lo harían).
· Finalmente nos hicimos una serie de preguntas: el supuesto de la política de Schmitt, en gran medida, reposa sobre el supuesto de que el otro, en algún momento, puede devenir un enemigo y que, de esa posibilidad se actualiza una frontera tajante entre lo propio y lo ajeno, de modo tal de reducir al mínimo la posibilidad de conflicto a gran escala. Nos preguntábamos si esto ya no configura una relación con el otro de pura amenaza o de pura negatividad o límite. Es decir, esta forma de hacer política impide que frente a la irrupción de lo otro se recorra alguna posibilidad distinta al puro cierre (creo que este era uno de los puntos fuertes de la deconstrucción derridiana del discurso de Schmitt; lo que Schmitt y con ello toda la política moderna, no tolera es la pregunta por el quizá, la posibilidad siempre abierta de que la relación con el otro no sea de límite o de violencia inmediata, o en todo caso el intento de recorrer una vía que no nos asegura de antemano la seguridad o la garantía de lo que ocurra en ese camino abierto).
· Decíamos también que el problema no era tanto el de la identidad y la diferencia (algo así como que la identidad es reaccionaria y que la pura diferencia es revolucionaria), sino el régimen específico por medio del cual se configura esta relación. En este análisis del régimen de la identidad y la diferencia es donde se jugaría la posibilidad de otro tipo de política (de otro modo de rearticular la identidad y la diferencia). Sobre esto se podría armar una dialéctica (algo así como que en toda transformación social-política no se pasa del orden al desorden sino de un determinado orden a otro) o alguna otra alternativa (por ejemplo, la política del quizá de Derrida o algo así). Este otro modo comenzaría preguntándose (comenzar con una pregunta no es menor en este caso) por las formas actuales mediante las cuales se articulan la identidad y la diferencia.

Bueno, esto es todo lo que tengo anotado. Metan mano a gusto.