27.10.08

Encuentro del 25-10-08

Empezamos discutiendo los dos artículos de El río sin orillas: “Humanismo y pueblo en La comunidad organizada” y “La acechanza del pueblo intratable”. En primer lugar distinguimos entre lo que se plantea en La comunidad organizada y lo que llamamos el peronismo real o histórico. En cuanto a lo que se plantea en el texto, vimos que el sujeto de la comunidad organizada (CO) es el trabajador/productor –no el proletario- que se adscribe a un rol y lo ejecuta adecuadamente. Así, la CO sería como la república platónica, en la cual cada individuo se realiza realizando su función dentro del todo. (Con respecto a esto alguien apuntó que en otro texto, Proyecto Nacional, está definido qué rol le toca a cada uno, algo que en La comunidad organizada no se explicita).
También vimos que el texto plantea un esquema evolucionista, de acuerdo con el cual en cada etapa histórica (Grecia – cristianismo – etc.) se ganó en algo, hasta llegar al estadio final de la evolución, que sería la CO.
El problema que surge entonces es cómo se da la conciliación entre el interés individual y el bien común en la CO. En principio la conciliación estaría posibilitada por el Estado, de acuerdo con un esquema hegeliano. El segundo artículo de El río sin orillas plantea cambiar a Hegel por Hobbes: en lugar de pretender armonizar abstractamente, dejar que el conflicto se desarrolle. Pero si la CO es un ideal imposible, cuando emerge el conflicto hay que resignar algo.
Así, queda planteado un horizonte trágico: cómo es posible el gobierno si no se puede alcanzar la igualdad absoluta que el pueblo demanda? Vimos que el artículo plantea que esta tensión continua podría ser articulada, aunque la reconciliación parece más problemática en “La acechanza del pueblo intratable” que en “Humanismo y pueblo en La comunidad organizada”. La solución que plantea el segundo artículo, entonces, sería aceptar la “intratabilidad” del pueblo y alcanzar una conciliación aceptando un mínimo de desigualdad y jerarquías. Lo que no queda muy claro es qué significa esto. Además, a diferencia del capitalismo liberal y el stalinismo, la CO se definiría por articulada de abajo hacia arriba.
Siguiendo con el segundo artículo vimos que plantea varias dicotomías: revolución/orden, pueblo intratable/oligarquía ¿Es posible un término medio entre estos extremos? El problema es cómo se da la armonía: parecería que el equilibrio, nuevamente, debe ser aportado por el Estado, que tiene la función de reconciliar los opuestos. El artículo hace referencia a la “decisión” de Perón en 1973 como instancia que, en lugar de conciliar los opuestos, desconoce al pueblo y pacta con la oligarquía, es decir, decide por uno de los extremos. Discutimos en qué medida esto fue una decisión o si planteado en estos términos hay un exceso de voluntarismo y si era posible otra decisión distinta que tomar partido por uno de los polos (o por ese polo).
En cuanto al pueblo intratable, caracterizado como infinitamente corrosivo, ya que reclama una igualdad radical, se planteó la siguiente pregunta: el pueblo es ontológicamente intratable o es un problema político definido por la confrontación con una oligarquía?
Por último, en cuanto a la pregunta de qué rol juega el Estado en esto, recordamos la entrevista a Dotti que habíamos leído hace un tiempo, en la que él plantea como propuesta pluralista un Estado que asuma el conflicto y articule las diferencias, en lugar de velarlas.

Después pasamos a discutir la primera Carta Abierta. Para resumir sólo voy a enumerar algunas preguntas que fueron surgiendo a lo largo de la discusión:
- ¿Qué significa actuar sobre el presente? ¿Es posible una intervención por fuera del Estado?
- ¿Cómo salir de la lógica de lo posible? Y cómo intervenir en el mientras-tanto sin correr el riesgo de quedarse con lo que hay?
- ¿Tomar posición frente a una situación coyuntural urgente excluye la posibilidad de plantear nuevas preguntas o esta es una falsa dicotomía?
- ¿Frente al dilema campo/gobierno plantear “ni con el campo ni con el gobierno” es una manera de superar la dicotomía o es solamente reemplazarla por una nueva como capitalismo/anticapitalismo o lo posible/lo por-venir? ¿Estas dicotomías son válidas en una realidad que es múltiple? O son necesarias porque permiten explicar algo?
- ¿El gobierno democrático es un fin en sí mismo o un medio para otra/s cosas/s?
- ¿Cuál es el límite a la hora de establecer alianzas políticas (si es que lo hay)?

Con respecto al proyecto de reconocimiento lo que faltaría terminar es el resumen y el estado de la cuestión. Quedamos en ver si algunos/as podían trabajar en esto y mandarlo por mail. También fijamos una reunión “extraordinaria” para terminar de armarlo, que sería en principio el sábado 8 de noviembre a las 19 hs en casa de Maia. Igual esto lo tenemos que confirmar porque depende de que la facultad saque la convocatoria por esas fechas.
La próxima reunión es el sábado 29 de noviembre a las 19 hs en Camarones y el texto es La política como vocación de Weber (está en “El político y el científico”). No sé quién lo iba a dejar para fotocopiar.
Aparte, Juan planteó otra línea de lectura para continuar con la genealogía del Estado moderno. Se trata de ver el Estado en su funcionamiento como aparato de dominio. La idea es leer algo de Foucault (creo que de “Vigilar y castigar”) y algo de Althusser. Tendríamos que definirlo la próxima.

26.10.08

Encuentro del 27-09-08

Comenzamos nuestra reunión con varias confusiones sobre qué es lo que deberíamos haber leído. Algunos leímos “La comunidad organizada” (CO), otros los textos de “El río sin orillas” y los más responsables, ambos textos.

Vale aclarar que las cuestiones que sacamos en limpio de CO se dedujeron más que nada de los Apéndices. Asimismo pudimos deducir del total del texto dos improntas fuertes:

1) propuesta moralista. Se estructura todo el discurso en base a la virtud socrática y la polética aristotélica (el hombre se corresponde al Estado tal como uno se corresponde a su familia, es decir, familia como célula básica)

2) desfasaje histórico entre el avance tecnológico y el progreso de los pueblos. El primero se sobrepuso al segundo y resultó en consecuencias lamentables como autoritarismos monárquicos. Aunque también tiene una mirada evolucionista e historicista frente a estos hechos históricos, es decir, todo pareciera haber sido necesario para llegar al resultado actual:

Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente, indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro de bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: “Sentimos, experimentamos, que somos eternos.”

El inicio del texto nos dice que hay una verdad de cada pueblo, que hay que creer y crear (yo retomaría en la próxima este aspecto de fe y revolución).

Cada comunidad tiene su propia idiosincrasia y sus propios valores intrínsecos, que es necesario respetar. No son iguales dos comunidades: son las características distintas en las que influye hasta la situación geográfica absoluta, la situación geográfica relativa, la raza, en fin, un sinnúmero de circunstancias que gravitan sobre la formación de esa comunidad.

Porque la suprema condición del arte de conducir a los pueblos es precisamente la creación. Y para crear hay que someterse a las circunstancias naturales del hecho que uno pretende crear.

Más adelante vimos que el texto hace una división de aguas entre liberalismo y comunismo para, finalmente, mostrar que ambas corrientes políticas tienen la misma raíz perjudicial para el total social: el egoísmo. De este modo la comunidad organizada deberá diferenciarse de ellos en la eliminación del individualismo. Porque

El individualismo es la escuela nefasta y negativa de ganar haciendo mal a los demás, en vez de ganar siendo más capaz y más moral que los otros. Ese es el espíritu maldito del individualismo, carente de sentido social y sentido político, que no sólo ha hecho de cada hombre un lobo, sino que ha hecho lanzar a unas naciones contra otras.

Y el hombre podrá independizarse, solamente en una comunidad organizada. Donde cada uno haga lo suyo, realizándose dentro de una comunidad que también se realiza.

Aquí vemos que CO es la propuesta de armonía entre clases. Una propuesta de sociedad nueva.

Como explica uno de los dos textos de “El río…”, Perón saca de su discurso el término “pueblo” a propósito y superpone el de “comunidad” que tiene una semántica más humanista y menos ligada a la masa combativa que está siempre implícita en el antagonismo pueblo vs. oligarquía. Justamente el Congreso de Filosofía presenta este potencial de la comunidad nueva visible en esta la tercera vía/ posición.

El trabajador será la figura representativa de la CO, figura que conciliará las dos posiciones individualistas y antagónicas.

Lo que no es aceptable es que en una comunidad puedan existir tipos que no producen ni siquiera lo que consumen. Porque una comunidad donde abundan los que consumen y no producen es una comunidad que no va a ninguna parte.

Ahora, para producir, al hombre hay que darle las condiciones de dignidad, de felicidad y de tranquilidad, para que pueda producir sin sacrificios; eso es lo que nosotros queremos.

En contra del sujeto “insectificado” que considera al Estado como administración pública, nos dice que el hombre sólo puede autonomizarse en la comunidad organizada de trabajadores, cada cual con su rol. Ezequiel, muy lúcidamente, lo explicó como el “al Don, al Don Pirulero, cada cual, cada cual, atiende su juego…”.

Y el hombre podrá independizarse, solamente en una comunidad organizada. Donde cada uno haga lo suyo, realizándose dentro de una comunidad que también se realiza.

Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa.

Hasta aquí lo que pudimos descollar de este texto. Durante el resto de la reunión intentamos continuar con una suerte de lluvia de ideas sobre el concepto Estado.

Maia y yo que estuvimos en la reunión deconstructivista comentamos que leímos, a propósito de los temas que estamos trabajando, la Carta Abierta de los “intelectuales”. Conversamos sobre qué entendemos por Estado, que no debería esencializarse su función, sobre la intervención estatal, que el Estado no tiene el mismo poder revolucionario que sí tuvo en otras épocas, discutimos sobre la polarización Estado sí- Estado no, que no hay un afuera del Estado, por eso nos preguntamos en qué términos socavarlo o reafirmarlo, etc. Estas, muy a grosso modo, fueron algunas de las discusiones que tuvimos. La discusión fue tan interesante que no estuve muy atenta a plasmarla en papel, de allí estos pobre resultados. De cualquier modo continuaremos con los mismos temas y mismas lecturas (La comunidad organizada de J. D. Perón y los dos artículos relacionados de El río sin orillas, págs. 48 a 65) en la próxima reunión el 25/10. Creo que también agregamos a las lecturas la Carta Abierta.