4.8.08

Encuentro del 30-07-08

La propuesta de leer el segundo tratado de la genealogía de la moral surge a partir de que en el texto es posible rastrear una genealogía del Estado y agregamos que también esta presente una genealogía de la cultura.
En el proceso de transición -de un Estado amorfo a un Estado moderno que abre paso a lo nuevo- el sentimiento de culpa en el hombre no desaparece, el hombre que ya es social por su capacidad de culpa, en el momento de la transferencia la modifica pero esta vez desde lo reprimido, el hombre comienza a ser sujeto, se hace calculable y es capaz de cultura.

El olvido se presenta como facultad activa y necesaria que interpela a la conciencia, haciendo que la conciencia pueda reposar sobre sí misma para dar paso a las nuevas funciones. Sin el olvido no hay posibilidad de renovación.
La memoria -como opuesta a aquella facultad- actúa como mediadora entre el “yo actual” y el “yo creado” proyectando así la identidad del momento. La memoria irrumpe sobre la conciencia, dejando en suspenso la capacidad de olvido, para dar cuenta de la diferencia (conciencia e inconciencia). Paro hay también una apelación a la memoria que conecta la concatenación de las percepciones. En este sentido, el hombre que se forjó una memoria es el único capaz de autonomía. Lo que hace al hombre autónomo, entonces, es la conciencia moral.

También discutimos el tema de la violencia; que es fundamental en el hombre, ya que cuando se siente débil de memoria recurre a la crueldad como método para aumentar las facultades de la memoria. Se intenta a través de la violencia imponer “ideas fijas” que sean imborrables en la memoria, porque el hombre, en este sentido, memoriza más los hechos traumáticos y cruentos, que los de bienestar y felicidad.
(Con respecto a la crueldad, dejamos marcada la ambigüedad en Nietzsche)

Leímos el parágrafo IV del segundo tratado y observamos que la pena es imposible de definir si no es en un contexto histórico. El principal modo de transformación de la pena -en una experiencia meramente moderna- se registra en la relación que se da entre acreedor- deudor, porque en este intercambio equivalente aparece no solo el placer en la crueldad sino que también el sentimiento de justicia. La justicia -como concepto de afirmación - se impone por encima de los intereses particulares, actuando como un tercero en esta relación acreedor-deudor, de modo tal, que se crea un sistema de justicia. Para que este sistema pueda ser instituido, es necesaria la voluntad de organización, cuya capacidad la posee solo el noble -concepto de jerarquía- que va ha ser el que impone e instituye las normas de valor y el que crea Estado.

Discutimos a partir de la jerarquización, cual es el principio diferencial y dijimos que este principio, esta dado por la auto-afirmación de la nobleza y no por una diferenciación con el esclavo, es decir que el noble no se piensa en comparación con el otro, sino que desde su afirmación se impone y dicta las normas. Pero sí hay una diferenciación en los valores, porque estos son creados desde un solo lugar.

Después de analizar el lugar que Nietzsche le otorga al noble, lo que nos preguntamos, es que postura toma al respecto de esta jeraquización que propone como escalón superior en el recorrido genealógico a la nobleza. Y básicamente señalamos que no hay neutralidad en su planteo. El que debe generar valores –para Nietzsche- es el noble. Luego, para reforzar esta idea, leímos las últimas líneas del primer tratado para ver cual es el lugar que ocupa la figura del filósofo en todo esto, y leímos que su función principal es: solucionar el problema del valor y determinar cual es la jerarquía de los valores. El filósofo parece estar mas allá de la nobleza, pero no deja de ser funcional a la misma, ya que Nietzsche es considerado para nosotros un filósofo de la burguesía.
También criticamos la resolución inmediata de los conflictos.
Continuará…. en la próxima reunión.

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