26.10.08

Encuentro del 27-09-08

Comenzamos nuestra reunión con varias confusiones sobre qué es lo que deberíamos haber leído. Algunos leímos “La comunidad organizada” (CO), otros los textos de “El río sin orillas” y los más responsables, ambos textos.

Vale aclarar que las cuestiones que sacamos en limpio de CO se dedujeron más que nada de los Apéndices. Asimismo pudimos deducir del total del texto dos improntas fuertes:

1) propuesta moralista. Se estructura todo el discurso en base a la virtud socrática y la polética aristotélica (el hombre se corresponde al Estado tal como uno se corresponde a su familia, es decir, familia como célula básica)

2) desfasaje histórico entre el avance tecnológico y el progreso de los pueblos. El primero se sobrepuso al segundo y resultó en consecuencias lamentables como autoritarismos monárquicos. Aunque también tiene una mirada evolucionista e historicista frente a estos hechos históricos, es decir, todo pareciera haber sido necesario para llegar al resultado actual:

Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente, indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad. La náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro de bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: “Sentimos, experimentamos, que somos eternos.”

El inicio del texto nos dice que hay una verdad de cada pueblo, que hay que creer y crear (yo retomaría en la próxima este aspecto de fe y revolución).

Cada comunidad tiene su propia idiosincrasia y sus propios valores intrínsecos, que es necesario respetar. No son iguales dos comunidades: son las características distintas en las que influye hasta la situación geográfica absoluta, la situación geográfica relativa, la raza, en fin, un sinnúmero de circunstancias que gravitan sobre la formación de esa comunidad.

Porque la suprema condición del arte de conducir a los pueblos es precisamente la creación. Y para crear hay que someterse a las circunstancias naturales del hecho que uno pretende crear.

Más adelante vimos que el texto hace una división de aguas entre liberalismo y comunismo para, finalmente, mostrar que ambas corrientes políticas tienen la misma raíz perjudicial para el total social: el egoísmo. De este modo la comunidad organizada deberá diferenciarse de ellos en la eliminación del individualismo. Porque

El individualismo es la escuela nefasta y negativa de ganar haciendo mal a los demás, en vez de ganar siendo más capaz y más moral que los otros. Ese es el espíritu maldito del individualismo, carente de sentido social y sentido político, que no sólo ha hecho de cada hombre un lobo, sino que ha hecho lanzar a unas naciones contra otras.

Y el hombre podrá independizarse, solamente en una comunidad organizada. Donde cada uno haga lo suyo, realizándose dentro de una comunidad que también se realiza.

Aquí vemos que CO es la propuesta de armonía entre clases. Una propuesta de sociedad nueva.

Como explica uno de los dos textos de “El río…”, Perón saca de su discurso el término “pueblo” a propósito y superpone el de “comunidad” que tiene una semántica más humanista y menos ligada a la masa combativa que está siempre implícita en el antagonismo pueblo vs. oligarquía. Justamente el Congreso de Filosofía presenta este potencial de la comunidad nueva visible en esta la tercera vía/ posición.

El trabajador será la figura representativa de la CO, figura que conciliará las dos posiciones individualistas y antagónicas.

Lo que no es aceptable es que en una comunidad puedan existir tipos que no producen ni siquiera lo que consumen. Porque una comunidad donde abundan los que consumen y no producen es una comunidad que no va a ninguna parte.

Ahora, para producir, al hombre hay que darle las condiciones de dignidad, de felicidad y de tranquilidad, para que pueda producir sin sacrificios; eso es lo que nosotros queremos.

En contra del sujeto “insectificado” que considera al Estado como administración pública, nos dice que el hombre sólo puede autonomizarse en la comunidad organizada de trabajadores, cada cual con su rol. Ezequiel, muy lúcidamente, lo explicó como el “al Don, al Don Pirulero, cada cual, cada cual, atiende su juego…”.

Y el hombre podrá independizarse, solamente en una comunidad organizada. Donde cada uno haga lo suyo, realizándose dentro de una comunidad que también se realiza.

Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del Estado. Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa.

Hasta aquí lo que pudimos descollar de este texto. Durante el resto de la reunión intentamos continuar con una suerte de lluvia de ideas sobre el concepto Estado.

Maia y yo que estuvimos en la reunión deconstructivista comentamos que leímos, a propósito de los temas que estamos trabajando, la Carta Abierta de los “intelectuales”. Conversamos sobre qué entendemos por Estado, que no debería esencializarse su función, sobre la intervención estatal, que el Estado no tiene el mismo poder revolucionario que sí tuvo en otras épocas, discutimos sobre la polarización Estado sí- Estado no, que no hay un afuera del Estado, por eso nos preguntamos en qué términos socavarlo o reafirmarlo, etc. Estas, muy a grosso modo, fueron algunas de las discusiones que tuvimos. La discusión fue tan interesante que no estuve muy atenta a plasmarla en papel, de allí estos pobre resultados. De cualquier modo continuaremos con los mismos temas y mismas lecturas (La comunidad organizada de J. D. Perón y los dos artículos relacionados de El río sin orillas, págs. 48 a 65) en la próxima reunión el 25/10. Creo que también agregamos a las lecturas la Carta Abierta.

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