Acta Polética -
30/04/2012
Spinoza, Ética, L I, “Apéndice” y L II
El
“Apéndice” al L I está dedicado al tratamiento de los prejuicios que puedan
haber quedado tras la lectura previa y que podrían, a la vez, entorpecer la
comprensión. Spinoza los aborda en un triple movimiento: indaga sus causas,
ensaya su refutación y finalmente enumera sus consecuencias, entre las que se
destaca la difusión de la superstición.
Causas de los
prejuicios.
El hombre “nace ignorante” tanto de la naturaleza en general como de la propia,
pero posee cierta conciencia de lo que cree útil. Imagina, en ese marco, más de
lo que entiende la realidad, conformándose con un conocimiento limitado a su
utilidad inmediata y ajeno al orden general de la naturaleza. Así, el hombre cree
ser libre de obrar según fines variables en la medida en que desconoce las
causas que lo determinan. Sobre la base de esa creencia falsa puede operar de
modo útil, pero no llega a comprender su propia naturaleza ni la naturaleza
externa.
Refutación de
los prejuicios.
Spinoza remite acá a las proposiciones 16 y 32. Allí estableció que Dios, causa
eficiente de todas las cosas, no obra por libre voluntad sino por la necesidad
de su propia naturaleza (y sólo en ese sentido es “libre”). Spinoza añade que,
si Dios obrara conforme un fin, carecería de algo, lo que iría en contra del
reconocimiento de su perfección.
Consecuencias de
los prejuicios.
La principal consecuencia de los prejuicios es la visión teleológica y
antropocéntrica del mundo, que equipara a la naturaleza divina con una voluntad
humana que obraría según finalidades deliberadas. Se supone, entonces, que Dios
se fija contingentemente metas (que podría fijarse unas u otras metas) y que
obra persiguiendo un fin como algo de lo que carece. En resumen, se equipara a
Dios con la imagen (a su vez distorsionada) que los hombres se hacen de sí
mismos. Esto conduce a una serie de supersticiones, basadas en la cosificación
de la aprehensión humana de la realidad, es decir, en la equiparación de las
propiedades útiles para el hombre con
determinaciones de las cosas en sí mismas.
Así, se califica como “bello” lo que favorece la salud de ciertos hombres, como
si la belleza fuera una propiedad de las cosas en sí mismas y no una propiedad
del modo como se relacionan con los humanos. De entre las supersticiones se
destaca, además, la idea de que Dios otorga premios y castigos a los hombres,
como si estuviera pendiente de que éstos realicen o no los fines que él
comanda.
El
L II, por su parte, tiene por objetivo inmediato el conocimiento del alma
humana, para a su vez coadyuvar al objetivo general de la obra, que es el
conocimiento de la manera de alcanzar la beatitud. Así, la investigación
spinoziana se delimita, en esta parte, a la natura
naturata y, en su seno, a la naturaleza del hombre.
Estructura del L
II
Definiciones (resumidas,
destacando lo principal)
Cuerpo
Esencia
(aquello que “pone” la cosa, no porque cree su existencia sino como el conjunto
de sus determinaciones fundamentales, que la definen singularmente y la
distinguen de otras).
Idea
Idea
adecuada
Realidad
Axiomas (destacamos)
La
esencia del hombre no implica la existencia.
El
hombre piensa.
Los
modos del pensar implican la idea de su objeto.
Proposiciones
I-IX
Se establece la correlación entre los atributos.
X-XIII
Se caracteriza la naturaleza del hombre y el alma.
XIV-XIX
Apartado sobre los cuerpos.
XX-XXX
Explicación sobre la imaginación y el error.
XXXI-XL
(Aprox). Exposición sobre las ideas adecuadas o verdaderas.
XL-XLVII
Tipos de Conocimiento.
XLVIII-XLIX
Relación entre alma humana y voluntad
Establecida
esa estructura, nos dedicamos a hacer algunas consideraciones puntuales sobre
algunas proposiciones particularmente importantes o difíciles, pero sin trastocar
el orden de exposición.
VIII ¿Qué es eso de
las “ideas de cosas no existentes”? Señalamos que acá empieza a aparecer una
peculiaridad del atributo del pensamiento, a saber, que sus modos tienen una
esencia formal y una esencia objetiva (desarrollado en la p. XXI). La esencia
formal de una idea es su condición “pura” de idea, independientemente de que
remita a un objeto. Su esencia objetiva, por el contrario, es el contenido de
la idea, es decir, el objeto (extenso) o conjunto de relaciones entre objetos extensos
de los que es idea.
La
importancia de esta preposición radica en que nos advierte contra una lectura
ingenua del paralelismo entre extensión y pensamiento. Según esa lectura
ingenua, los dos atributos estarían cada uno compuesto de modos individuales
análogos, de modo que cada idea se correspondería vis a vis con una cosa extensa. Así, no podría haber ideas de cosas
no existentes porque, paralelismo mediante, todo modo del pensamiento sería
forzosamente correspondido por un modo de la extensión igual. Señalamos que el
paralelismo es más complejo que esto, o mejor, que es un paralelismo de las relaciones antes que un paralelismo de
las meras cosas. Así, el orden y conexión
de las cosas es idéntico al de las ideas, lo que no significa que haya una
simple identidad entre ideas y cosas sueltas. Puede haber ideas de cosas no
existentes, por ejemplo, la idea de belleza (siguiendo el “Apéndice”). Esta
idea no se corresponde con una cosa extensa que sea la belleza. En cambio, la idea
de belleza surge de la interacción entre el alma humana y la idea de otra cosa
extensa. Esa otra cosa, al incidir sobre el cuerpo, favorece su salud, y eso se
expresa en el plano del pensamiento en la imagen de belleza. Así, hay una idea
de algo no existente (la belleza) al tiempo que se conserva el paralelismo
(entre la interacción entre alma e idea de la cosa que fomenta la salud, y la
interacción entre el cuerpo y la cosa “asociada” a esa idea).
XIII El alma es la “idea
de una cosa singular existente en acto” (XI), es decir, la idea del cuerpo.
Apartado sobre
los cuerpos.
Señalamos que Spinoza profesa cierto “nominalismo de lo complejo”. Mientras
que, por un lado, todo lo que hay son cuerpos singulares, empero no encontramos nunca cuerpos simples, sino sólo cuerpos compuestos,
es decir, sistemas de cuerpos donde lo complejo se monta sobre lo complejo (la
referencia a los cuerpos simples parece más bien hipotética). Señalamos que los
cuerpos compuestos conservan su identidad aún si se mueven o si algunos de sus
componentes son reemplazados, siempre y cuando las partes mantengan sus
proporciones y relaciones normales.
XVI Sobre la
relación entre ideas y cosas. Spinoza rechaza tanto el idealismo subjetivo (no
podemos acceder a una realidad exterior y nos vemos encerrados en las
representaciones del pensamiento) como el realismo ingenuo (lo que percibimos o
pensamos se corresponde con la realidad). Por el contrario, esboza una gnoseología
centrada en las relaciones entre modos. Así, distingue la “idea de
Pedro” en sí de la idea de Pedro en el alma de Pablo. Esta última no es un
reflejo pasivo que el alma de Pablo se haga de la idea de Pedro, ni una
creación autónoma suya. Por el contrario, es el resultado en el alma de Pablo
de la interacción entre ésta y el alma de Pedro.
XXI Hay una idea
del alma. Dios, en efecto, no sólo produce el cuerpo en el plano del la
extensión y el alma humana como su idea en el plano del pensamiento. Produce,
además, una idea de la idea del cuerpo, esto es, una idea del alma. Esta reduplicación
del modo en el plano del pensamiento no tiene una correspondencia lineal y
discreta en la extensión (es decir, no hay “cuerpo del cuerpo” paralelo a la
idea de la idea). Las ideas de ideas se deben, en cambio, a la naturaleza
reflexiva del atributo del pensamiento, que en el mismo momento en que incluye
ideas, incluye su duplicación reflexiva (y al infinito). Así, la idea del alma
no es más que el alma misma, pero no considerada materialmente (en relación al
cuerpo) sino formalmente (en sí misma o puramente como idea).
XXXI La contingencia,
tanto de nosotros mismos como de los otros modos, no es más que nuestra
ignorancia con respecto a la duración, de la que tenemos un conocimiento muy
inadecuado.
XXXIII-XXXV No hay un
contenido positivo en las ideas que las haga falsas. La falsedad es una privación de conocimiento (no una nota
positiva) que se produce por las ideas inadecuadas o confusas.
Próxima reunión:
viernes 25/5 a las 18 hs. en casa de Andrea.
Lectura
Propuesta: Spinoza, Ética L II pp.
XXXVI-XLIX y L III.
No hay comentarios:
Publicar un comentario