Acta 16/06/12
1) Ética, Libro IV
Comenzamos la reunión con la presentación que hizo Facu
sobre el Libro IV de la Ética. A grandes rasgos, este libro trata sobre
la servidumbre del hombre y la impotencia para moderar sus afectos, tal como
indica su título.
En el Prefacio, Spinoza establece qué entiende por libertad
humana: libre es el hombre que se guía por la razón. Ahora bien, dado que los
afectos tienen una fuerte influencia, Maia se preguntó ¿cómo puede entonces
guiarse por la razón? Lo que habría que reponer, entonces, es cuál es el poder
de los afectos y cuáles son afines a la razón, o sea, cuáles son pasiones que
incrementan la potencia de obrar (alegres) y su relación con la razón, de modo
que seamos virtuosos (nos autogobernemos) y no nos dejemos determinar por la
fortuna, la cual es la causa de la servidumbre humana en tanto es el producto
de dejarnos influir por causas externas que son siempre ingobernables.
Además, trata sobre los conceptos de perfección e
imperfección y de bien y mal. La Naturaleza no obra por fines, con lo cual
estos conceptos son sólo modos de pensar y no están en las cosas mismas. Sin
embargo, debemos conservarlos porque nos son útiles. Lo bueno es todo aquello
que contribuye a que aumentemos nuestra potencia de obrar, y así incrementamos
nuestra perfección: nos es útil porque nos acerca a un cierto modelo ideal de
naturaleza humana. Todo lo que nos aleja, en cambio, es llamado “malo”.
Hicimos una referencia a una Nota de Vidal Peña (¿cuál?) que
entiende la utilidad en términos de una concepción liberal, lo que llevaría la
concepción contractualista de Spinoza a ser leída dentro de los cánones más
típicos del contractualismo. Ezequiel, en cambio, ve que en el caso de este
autor no hay una suma de partes que producen artificialmente la comunidad, sino
que hay primero una comunidad (en términos ontológicos, el individuo siempre es
compuesto), lo cual aleja a Spinoza del contractualismo de corte liberal además
de permitir que se entienda mejor la idea de que se incremente la potencia
humana en el intercambio con los otros: “el hombre es lo mejor para el
hombre.”
También se hizo una muy breve mención del dinero, que es
definido como aquello común a todas las cosas, lo que le daría un matiz
bastante positivo en tanto intermediario para el intercambio con los otros.
Luego de esto pasamos a las Definiciones. Qué es bueno (lo
que sabemos con certeza que nos es útil); la diferencia entre posible y
contingente -que recién aparece en este momento del texto- (contingente refiere
a las cosas singulares en tanto, atendiendo a su sola esencia, esta no afirme
ni excluya necesariamente la existencia. Lo posible refiere a las cosas
contingentes de las cuales desconocemos si las causas que las producirían están
determinadas a producirlas); que hay afectos contrarios en los hombres que los
arrastran en distintos sentidos; qué es virtud (potencia que se sigue de las
leyes de su propia naturaleza). Mencionamos el Axioma 1 -siempre hay algo más
potente que puede destruir lo primero-, el cual nos pareció importante en, al
menos, tres sentidos: primero, el resultado es que siempre padecemos; segundo,
se entiende que el hombre es siempre voluble; tercero, influye en que la idea
de libertad no caiga en un solipsismo, pues el hombre sólo puede ser libre con otros.
Al comenzar con las Proposiciones mencionamos, de la
primera, que la falsedad es una privación de conocimiento (no conocemos la
cadena causal), y que lo positivo que tiene una idea falsa no se quita con una
idea verdadera, es decir, la idea verdadera quita el error, pero no la idea
falsa en nuestra mente. Acá Spinoza ejemplifica las ideas que vienen de la
imaginación con la idea del sol, que aunque sepamos que es grande y que está a
una gran distancia de nosotros, lo vemos pequeño y cercano. En este sentido,
verdad y falsedad, tendrían que ver con cómo nos afectan los otros modos.
Por otra parte, la única manera de reprimir un afecto es con
otro afecto que lo excluya, y no con una idea verdadera.
La Proposición 2 explica que el padecer no se da solamente
por ser afectados, sino también al obrar siendo causas inadecuadas, es decir,
cuando e efecto no se sigue de mi sola naturaleza. Esto nos conduce a la Prop.
3, que, por el Axioma 1, indica que el hombre tiene una fuerza limitada y menor
que las causas exteriores, y a la Prop. 4, que dice que como somos parte de la
naturaleza, nuestra potencia humana es finita, y así, es necesario que seamos
afectados por otros.
Las proposiciones 5, 6 y 7 siguen con el tema de la pasión y
de la fuerza de la misma. Si la fuerza de la pasión es superior a mi potencia,
yo no obro pues hay una causa externa con una potencia más fuerte que la mía.
En ese caso, quedamos abrumados por la pasión, y ese afecto sólo puede ser
suprimido por medio de otro afecto contrario y más fuerte que el primero.
Además, en la Prop. 7, es definido el afecto: idea con la que el alma afirma
una fuerza de existir de su cuerpo mayor o menor que antes.
La Proposición 8 define el conocimiento del bien y del mal
como la alegría y la tristeza con conciencia de ellas, respectivamente. Si
imaginamos que la causa del afecto está presente ese afecto será mayor que si
no lo hacemos (Prop. 9) Las proposiciones 10, 11 y 12 las leímos en el mismo
sentido que la 9, entendiendo que no hace ninguna diferencia entre pasado,
presente y futuro porque está pensando los afectos sub specie aeternitatis, desde el punto de vista de la razón.
En la Prop. 14 explica que el conocimiento de lo bueno y de
lo malo no reprime el afecto, el placer inmediato.
Prop. 15: del
verdadero conocimiento del bien y del mal surge un deseo, y en tanto somos su
causa adecuada porque el deseo es la esencia misma del hombre, obramos. Sin
embargo, como los afectos que nos asaltan provienen también de causas externas,
y como nuestro poder es limitado, la potencia de esas causas es más fuerte, con
lo cual el afecto que nos producen es más fuerte que el deseo que surge del
conocimiento del bien y del mal. Esta consideración aleja a Spinoza de un racionalismo pleno.
Las Prop. 16 y 17 las leímos en la misma línea que la 15.
Prop. 18: el deseo que nace de la alegría es más fuerte que
el que surge de la tristeza. El que nace de la alegría crece con ella y aumenta
nuestra potencia de obrar (se retroalimentan?). El que nace con la tristeza, en
cambio, disminuye con ella, y por eso deseamos cada vez menos.
En primer lugar, nos preguntamos por qué está definidos de
manera distinta. La fuerza del deseo que surge de la alegría debe definirse a
la vez por la potencia humana y por la potencia de la causa exterior; mientras
que la fuerza que surge de la tristeza debe ser definida sólo por la potencia
humana (por ello la primera sería más fuerte).
Las posibles respuestas que formulamos tienen que ver con
que en el primer caso, los afectos producidos por causas externas y nuestro
deseo (nuestra potencia de obrar) concordarían. En el segundo caso, en cambio,
los afectos de causas externas irían en contra de nuestro propio deseo
(potencia de obrar que es nuestra misma esencia), y nos veríamos abrumados por
ellos sin poder contrarrestarlos. Además, quedó planteada la posibilidad de que
la causa externa que genera tristeza no tenga concordancia con nuestra
naturaleza, sino que se le oponga.
En segundo lugar, nos detuvimos en el Escolio donde quedan
planteados los afectos que prescribe la razón (sus dictámenes). Primero, no
exige nada que vaya en contra de la naturaleza; segundo, dicta que se obre
según las leyes de la propia naturaleza (lo cual define la noción de virtud).
Nos pusimos de acuerdo respecto de la, al menos aparente, paradoja que conlleva
su posición: la razón dicta obrar según la propia naturaleza, pero
simultáneamente, eso resulta imposible, pues estamos influenciados por
innumerables causas externas que forman parte, tanto como nosotros mismos, de
un orden que nos excede y tan sólo logramos cierno grado de libertad dentro de
esos límites. Resulta imposible, por lo tanto, lograr la autarquía.
Mencionamos, también en este sentido, que llegaríamos a ser causa adecuada
solamente en una comunidad, lo cual traza un vínculo fuerte entre la ética y la
política (el hombre es lo mejor para el hombre, a diferencia de Hobbes, pues
los modos externos que concuerdan con nuestra naturaleza nos hacen dos veces
más potentes). También hicimos una referencia en este punto a la Nota de Vidal
Peña que refiere al Tratado Político, donde el concepto de sociedad
civil es pensado como una comunidad espiritual (ontológicamente fundada en la
idea de individuo compuesto) que apunta a una comunidad universal ideal, pero
no dada, porque los Estados al estar entre sí vinculados como lo están los
individuos en estado de naturaleza (en estado de lucha y oposición), no
“componen” esta comunidad universal. Sin embargo, la misma sería el esquema
ontológico y político más perfecto, pues en ella (en esta democracia universal)
se unirían todas las potencias y esencias. Por lo tanto, consideramos que
habría que pensar el Estado en dos planos o dimensiones (si entendí bien), por
un lado cómo es posible el paso del estado de naturaleza a la sociedad civil, y
por otro, cómo realizar en él la libertad.
Surgió luego un intercambio respecto de la posible
influencia epicúrea en cuanto a si el objetivo de Spinoza es liberarse de los
afectos (ataraxia). Pero, como indicó Juan Pablo, esta idea es de origen
más bien estoico[1]
y, específicamente en Spinoza, no parece que sea en absoluto su objetivo el de
liberarse de los afectos.
Prop. 19: aborrecemos o apetecemos lo que juzgamos malo o
bueno respectivamente.
Prop. 20: cuanto más nos esforzamos en buscar lo que nos es
útil, más virtuosos somos (más obramos siguiendo las leyes de nuestra propia
naturaleza para conservar nuestro ser). Esto es ser potente. Caso contrario,
somos impotentes.
Prop. 21: nadie puede desear ser feliz, vivir bien y obrar bien,
sino desea existir en acto (ser, vivir y obrar).
Esta proposición descarta ciertas ideas de felicidad
ascéticas o de sacrificio.
Además mencionamos que, en los modos, esencia y existencia
están diferenciados. Respecto de la esencia parece tener el cuerpo un rol central, es decir, queda definida como la relación
que se establece entre ciertas partes en movimiento, mientras que la existencia
se caracteriza por el esfuerzo de permanecer en el ser. Esencia y existencia
sólo coincidirían en Dios.
También mencionamos el tema del suicidio. Para Spinoza el
suicida es un impotente que se deja vencer por causas externas. Y no se
diferenciaría ontológicamente del asesinato, en tanto en ambos casos se trata
de causas externas que nos sacan de la existencia. A diferencia de la
comprensión más corriente del suicidio, que entiende que hay una decisión
expresa del sujeto que lo comete, Spinoza considera que se cree estar tomando
una decisión cuando, en cambio, lo que realmente sucede es que desconocemos las
causas que nos llevan a ello.
Prop 22: el esfuerzo por conservarse es el primer y único
fundamento de la virtud.
Prop. 23: el hombre que obra por ideas inadecuadas, padece
(actúa algo pero no por su sola esencia). Obra por virtud, en cambio, cuando
entiende.
En este punto
consideramos el afecto de la alegría, puesto que puede ser tanto un padecer
como un obrar: si el hombre no entiende, es decir, si no tiene ideas adecuadas,
el afecto, por no ser el hombre su causa adecuada, es un padecer. Sólo al
entender el afecto es un obrar. (Ver Deleuze, En medio de Spinza, que
está muy claro.)
Prop. 24: actuar según la virtud es obrar, vivir o conservar
nuestro ser bajo la guía de la razón.
Prop: 26: el alma cuando usa la razón no juzga útil más que
lo que la lleva al conocimiento. Y este esfuerzo por entender es el único
fundamento de la virtud.
Nos pareció importante señalar que la razón, para Spinoza,
no refiere meramente a una noción pura de ella, sino que ésta implica al
cuerpo. Juan Pablo la relacionó con la razón objetiva de Horkheimer.
Prop. 27: Trata sobre el bien y el mal. Puntualmente, bueno
es aquello que nos conduce al conocimiento, y malo aquello que nos lo impide.
En este sentido, bueno es lo que nos útil, es decir, lo que contribuye a que
seamos más causa adecuada. Además, no habría un “imperialismo” de la razón,
porque ser causa adecuada significa seguir nuestra propia naturaleza, y no
imponernos sobre ella.
Prop. 28: El Sumo bien es el conocimiento de Dios, esto es,
tener la causa adecuada absoluta.
Prop. 29: cosas de distinta naturaleza son indiferentes
entre sí, pues no comparten atributo. Cosas de distinta naturaleza a la
nuestra, son entonces indiferentes para nosotros.
Prop. 30: lo malo (siempre lo es para nosotros) es aquello
que tiene una naturaleza contraria a la nuestra.
Prop. 31: en la medida en que una cosa concuerda con nuestra
naturaleza, es buena.
Prop. 32: los hombres están sometidos a las pasiones (por
ello no hay concordancia entre ellos cuando son impotentes), y por ese motivo
no concuerdan completamente en naturaleza. El Escolio agrega que si dos cosas
concuerdan sólo en lo negativo (blanco y negro no son rojo, por ejemplo), no
concuerdan realmente en nada.
Prop. 33 y 34: tratan sobre la volubilidad humana. En la
medida en que los sufren afectos que son pasiones, son volubles y pueden ser
contrarios entre sí.
Prop. 35: como los hombres no viven únicamente por la razón,
no concuerdan enteramente en naturaleza. Concordarían necesariamente, en
cambio, si se guiaran por ella. El Corolario I agrega que el hombre es un dios
para el hombre cuando éste vive según la razón; y el Corolario II que cada
hombre busca lo útil, por lo cual cada hombre busca a otro hombre.
La sociedad, entonces, es siempre un beneficio, al menos
siempre que el hombre se comporte racionalmente. Además, entendemos que esta
concepción aporta una crítica tanto a posiciones teológicas como a tendencias
melancólicas o despreciativas hacia la vida y el género humano, pues lo que más
aumenta nuestra potencia de obrar es otro ser humano.
Prop. 36: el sumo bien es común a los que siguen la virtud.
Maia planteó respecto de este tema que considera que la
virtud sería algo irrealizable. Tanto Ezequiel como Juan Pablo entendían que es
un proceso que los hombres despliegan en mutua relación con los otros, con los
cuales hay en común la utilidad.
Teniendo en cuenta que actuar por la razón es seguir las
leyes de la propia naturaleza, pensamos que la mayor libertad posible de
alcanzar por el individuo es la de autodeterminarse según el universal, pero
sin desconocer las pasiones y las relaciones con otros. Además, al seguirse el
punto de vista de la razón, se entiende que no haya odio ni volubilidad, sino
serenidad del alma, porque se comprende el orden y encadenamiento de causas necesarias.
En este sentido, se inscribe el autor dentro de un marco típicamente moderno,
aunque específicamente en su caso sería más bien un racionalista materialista,
pues no hay censura de la naturaleza, sino más bien el intento de su
explicación.
Respecto del Escolio, que plantea que el sumo bien (obrar
virtuosamente, esto es, seguir la guiá de la razón, y por lo tanto, conocer a
Dios) es común a todos pues tiene un fundamento ontológico: se deduce de la
esencia humana misma (es decir, ocurre por la misma naturaleza humana). Por
este motivo, la discordia, siempre que se siga a la razón, no sería posible.
Aquí nos preguntamos por el consenso, el cual, estaría fundado en una razón
objetiva.
Prop. 37: El bien que sigue el virtuoso lo quiere para
todos.
Cuanto más comulgo con otros más obro, lo cual no significa,
aclara Spinoza en el Escolio, qye eso sea universalizar mi afecto, el cual es
siempre particular y contingente.. En la concordancia con el otro puede surgir
el conocimiento de Dios (en este punto, Juan Pablo refirió a una nota de Vidal
Peña en la que señala que el conocimiento de Dios ocurre en el hombre, es
decir, sería una interpretación materialista e inmanentista, donde no habría
lugar a la trascendencia.)
En el segundo Escolio habla sobre lo que entiende por
“estado natural” y “estado civil”. Del primero dice que en estado natural, cada
hombre obra por derecho propio según lo que él juzga privadamente. Como los
afectos son mayores que la razón y potencia del hombre, entonces es difícil
convivir a causa de la inconstancia de los hombres.
Para garantizar la constancia y la concordancia es que los
hombres se asocian y forman una sociedad que reivindica para sí el juicio común
de lo bueno y lo malo y el castigo o derecho de tomar venganza, pero no por la
razón que no puede reprimir los afectos, sino por la coacción.
Relacionando esto con el TTP, entendemos que el Estado no
puede fundarse en un parco con Dios (a excepción del pueblo judío). Por otra
parte, queda claro que no hay ni pecado ni delito en estado de naturaleza, sino
en estado civil. Además, de este modo, pareciera dársele a la noción de
“pecado” un cierto significado jurídico.
[1] Por lo que yo encontré en internet -aunque
la fuente no es muy confiable, por cierto-, comparten tanto epicúreos como
estoicos la ataraxia. Sin embargo, significa algo distinto para cada
uno, porque la realizan de distinta manera.
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