11.12.07

Principios de la tolerancia en relación con Ser y Estar

Valeria de la Prida


Introducción

El trabajo consiste en mostrar que la lucha por la tolerancia en un mundo desigual o en un mundo intolerable no depende de un contexto histórico, político y cultural, como lo pretende el autor[1], sino que la lucha por la tolerancia dependerá de una construcción histórica basada en un yo-occidental o esencial que no puede tolera mas allá de su Ser construido.
Los pasos a seguir para la realización de este trabajo consisten en primer lugar, hacer una breve exposición de los dos principios en los que se funda la tolerancia a partir de los distintos pensadores que Todorov recorre. En segundo lugar, mostrar los distintos problemas que estos principios tienen con respecto a la tolerancia y relacionarlos con las categorías de Ser y Estar. En tercer lugar, hacer un análisis de porque disiento con la postura de Todorov. En virtud de alcanzar el fin propuesto en cada uno de estos pasos, intento mostrar finalmente que la lucha por la tolerancia es enfrentarse a un rival mucho más fuerte que ella, debido a la sólida construcción de su opuesto, que es la intolerancia.

I. Exposición de los principios fundamentales de la tolerancia

Uno de los primeros principios donde la tolerancia se fundamenta es el principio de igualdad: que establece que solo se puede ser tolerante respecto a los otros hombres si yo postulo desde un principio que ambos participamos de una misma esencia humana, y sugiero de este modo que los otros son tan dignos de respeto como yo.
Esta igualdad de principios entre los individuos y universalidad de la humanidad constituye el punto de partida del humanismo clásico que surge a partir del descubrimiento de nuevos mundos y de este modo tener en consideración una diversidad humana mucho mayor a la que se había conocido hasta entonces. Estas ideas que constituyen el humanismo surgen como respuesta oponiéndose al desprecio y desvalorización que los conquistadores manifiestan hacia los nativos de estas nuevas tierras conquistadas.
Un gran exponente y precursor de este principio humanista basado en la igualdad es el sacerdote español Bartolomé de Las Casas que viendo el maltrato que se les da a los indios, levanta la voz en su defensa considerando los derechos naturales de todos los hombres.
“Las leyes y las reglas naturales y los derechos de los hombres son comunes para todas las naciones, cristianas o gentiles, y sean cuales sean su secta, ley, estado, color y condición, sin ninguna diferencia”[2]

Hay que considerar que cuando B. de Las Casas habla de que “los derechos son comunes para todas las naciones….” esta respondiendo o refiriéndose a la posición opuesta al pensamiento humanistas, que es aquella que consideraba no humanos o menos humanos a los extranjeros o ha aquellos que no habitaban en un mismo territorio o nación.
Más tarde Montaigne, en su ensayo “De la vanidad”, intenta universalizar el principio de igualdad diciendo que esta relación que se hace entre naciones no permite ver la variedad y diversidad que hay entre ellas, y de este modo no deja ver el uso que cada una de ellas tiene con respecto a las otras. Si estas diferencias entre naciones y costumbres se postergan seria posible, para Montaigne, fundar un principio de igualdad universal.
Si bien la igualdad es un elemento necesario para la lucha por la tolerancia, no es una condición suficiente para su plena realización. Y de este modo se introduce como necesario al concepto de la tolerancia el principio de la libertad.
Estos principios humanistas serán afianzados en la filosofía de la Ilustración donde tendrán su punto culminante, dando lugar luego a que los Estados democráticos modernos lo adopten como programa político y como fundamento filosófico.
De este principio fundamental que es la libertad, se pueden derivar dos sentidos distintos, por un lado, el derecho de hacer lo que se quiera y por otro el derecho de disfrutar de aquello que esté permitido dentro de una sociedad. La paradoja de este principio es que si cada uno hace lo que quiere su libertad se vería reducida a nada por que el otro intentaría hacer lo mismo. Es decir que el primer sentido de la libertad se deja de lado.
Rousseau va ha ser uno de los exponentes del segundo sentido de la libertad, él oponía la libertad civil a independencia natural o libertad natural –este último seria el primer sentido que marqué anteriormente-, en cambio la libertad civil o pública es una libertad limitada en el sentido de que debo limitarme a las reglas y leyes que la sociedad dicta para la protección de cada uno de los individuos que la integra, en esto se ve la distinción entre lo público y lo privado. La libertad en lo privado necesita de la libertad pública para existir. Este tipo de libertad va ha ser necesaria, para Rousseau, sobre todo en un Estado democrático moderno, este principio esta presente en las bases del humanismo clásico adquiriendo la forma de una lucha a favor de la tolerancia.
Spinoza en cambio plantea el tema de la libertad en el ámbito de la expresión pública, él plantea el derecho a la libre opinión – en este caso religiosa ­de acuerdo a la época que se está tratando– porque pertenece a la naturaleza humana el hacer uso de la razón propia y el emitir juicios. De todos modos Spinoza considera también necesario el trazar un límite a la libertad de opinión y para esto utiliza dos criterios que consiste en la distinción entre pensar y actuar, aquel tiene que ver con la libertad total de razonar y el actuar con la aceptación de las acciones solo si no perjudican al prójimo. Ahora bien en la expresión sin lugar a dudas la palabra esta del lado del pensamiento pero al mismo tiempo el decir es un acto, Spinoza, según el autor[3], soluciona el problema poniendo a la palabra del lado del pensamiento y no del lado de la acción, esto es que cada uno tiene derecho a razonar y expresarse libremente, siempre y cuando no perjudique a nadie con lo que diga o haga. Esto va ha ser considerado por los teóricos liberales del siglo XIX.
El programa de J. Locke, uno de los fundadores del liberalismo, difiere del de Spinoza en el sentido de que el “valor absoluto” que permite medir las cualidades de cada acción es el bien común o el bien público. La tolerancia solo será eficaz si se conjuga con la idea de bien común. En este sentido tanto la tolerancia como la intolerancia se complementan, porque sería imposible la constitución de un bien común en un Estado que solo practique la tolerancia, ya que esto es imposible aún en un Estado democrático o bien practique la intolerancia como lo seria en un Estado totalitario o despótico.

II. El problema de los principios con respecto a la tolerancia en relación al Ser

Uno de los objetivos de este trabajo es, poder mostrar que la lucha por la tolerancia entendida bajo los parámetros de igualdad y libertad es una construcción histórica que parte desde occidente y que esta basada en una construcción -que también tiene su punto de partida en occidente- que históricamente es anterior a ella y es este yo-occidental o esencial que no puede tolerar mas allá de su Ser construido.
Como vimos en el punto anterior el principio de igualdad si bien es necesario para el fundamento de la tolerancia no es suficiente y de este modo se establece, para el programa humanista, otro concepto fundamental para reafirmar la tolerancia que es el concepto de libertad. También en el punto anterior vemos como se originan estos principios a partir de la conquista y de que manera cada pensador de la época construye sobre ellos.
Con el análisis que realiza el autor – mas haya de no estar de acuerdo con su postura- creo que deja ver claramente los problemas prácticos que estos conceptos construidos vienen arrastrando desde el descubrimiento de otras culturas.
El problema que arrastra el concepto de igualdad y que surge a partir de la conquista europea u occidental, en primer lugar es la generalización del concepto sin tener en cuenta casos particulares, la definición del principio plantea que todos somos iguales en tanto mantenemos una misma esencia humana y de este modo se pone bajo el mismo manto distintas culturas junto con distintos tipos humanos, en segundo lugar, el problema de este principio es que cuando se pone en práctica, no logra distinguir que no todos somos iguales y de este modo surgen conceptos como barbarie-civilización para poner grados de jerarquía entre los humanos que tienen distintos valores y costumbres, haciendo que la cultura mas “elevada o civilizada”, se imponga sobre la otra supuestamente inferior por no adaptarse al concepto de igualdad universal. Y este no adaptarse también tiene que ver con el no adaptarse al bien absoluta que seria la Ilustración, que como remarque en el punto anterior es el lugar donde se afirma este principio de igualdad y por consiguiente el de libertad.
Este movimiento cultural, característico del s. XVIII en occidente, como ya sabemos, defendía la aplicación de la razón en todos los órdenes de la vida, y socialmente, fue expresión de la burguesía en ascenso que defendía sus intereses, oponiéndose al absolutismo político de la época. En este sentido es donde el principio de igualdad se liga al de libertad, porque el “difundir las luces” era mejorar las condiciones de los otros y de este modo otorgar la libertad a las culturas no ilustradas, para de este modo homogeneizar la civilización reduciendo al mínimo la “barbarie”, pero esta necesidad de civilizar se ve en los intereses creados de aquella burguesía.
A partir de aquí podemos ver como se unen estos dos principios y como son construidos arbitrariamente a partir de la intolerancia occidental con respecto a los nativos de otras tierras, pareciera como que buscar la igualdad universal los justificara ante Dios de los males que ejerce sobre el otro y la difusión de las luces como si fuera un mandato divino que los hace sentir dignos y bondadosos de imponer y dirigir a los “pueblos no iluminados”.
Ahora bien, el origen de los conceptos de la tolerancia no parece estar desligados del origen del Ser, del que Kusch[4] habla cuando describe el comienzo de las ciudades;

“Pero el comienzo mismo de esta actitud que apunta a ser alguien y que es antagónica a la ira divina, (esto es el mero estar) debió ser cuando el cristianismo se introduce en Roma a fin de ganar una vigencia universal a través del imperio romano”

El cristianismo necesitaba del imperio para convertirse en una religión universal, religión dirigida hacia los esclavos, dentro de un imperio gobernado por hombres ricos. Para el cristianismo era preferible captar la debilidad del pobre antes de ser apoyado por el poderoso. Y de este modo apoyando al pobre de espíritu, instauraba un nuevo estado de cosas (como el culto del Cristo crucificado). El cristianismo enseñaba a los pobres a conformarse con su condición prescindiendo de las cosas materiales, mientras que el poderoso se dedicaba a crear el imperio, el pobre debía quedarse en la ciudad amparado por las murallas que la conformaban como si fuera el refugio de la ira de dios, que era entendida como relámpagos, truenos, ríos, etc. pero que no podían ser malos, porque provenían de dios. Los cristianos hicieron una revolución que pasó del campo religioso al político, Cristo pasa ha ser de fundador de una religión a creador de una moral.

“el cristianismo preparó a los humildes de Roma a vivir cómodamente en la ciudad, sin materia, sin mundo y sin desiertos”… “Y es que el cristianismo en Roma pierde su contacto con el mero estar aquí, que tiene toda religión, y se compromete con el nuevo afán de ser alguien lo cual crea la dinámica que habrían de llevar a la práctica los burgueses del norte de Europa”[5]

La relación que se puede encontrar con respecto a los conceptos del humanismo clásico es en el sentido de que tanto el humanismo como el cristianismo instauran principios morales con la finalidad de defender los intereses de la burguesía. Pero también puede verse en ambas concepciones el origen y la sólida construcción de una intolerancia difícil de disolver. Por un lado el cristianismo que intenta solucionar el viejo tema del “miedo” que tiene que ver con no tolerar la ira divina, creando la ciudad amurallada como ámbito de amparo y protección para los esclavos.

“ellas (las ciudades) separaban a la especie humana de todo un pasado de miedos y espantos originales encarnados en el rayo, relámpago y truenos…. En la ciudad se refugiaba una humanidad cabal, vigente y racional…. “El miedo al mundo fue sustituido por la creación de otro mundo”[6]

Ahora el hombre pasa de formar parte de un todo cósmico y natural, a ser creador de ciudades, y como vencedor de ese miedo, pasa a ser, junto con su condición racional, centro de ese todo. En el refugio de la ciudad el hombre se siente vencedor del miedo del mundo. Lo que hace el cristianismo es sustituir el miedo, conciente de que solo adquiriendo la ciudad y transformándola con conceptos de moral cristiana, podía, de algún modo, quitarle a los poderosos el derecho sobre Roma. Pero la tarea de trasladar la ira de dios a la ira del hombre, no la termina realizando el cristianismo sino el mercader, que siguiendo la dinámica que se le enseña y se le impone, el mercader tiene la necesidad de ser alguien frente a la aristocracia feudal.
Por otro lado están los conceptos del humanismo clásico que no tolera lo distinto y el Iluminismo que toma estos principios con el criterio de difundir la universalidad de estos a otras culturas.
Pero los conceptos del humanismo no surgen solamente de la intolerancia hacia lo distinto sino que tiene una estrecha relación con aquella necesidad de ser alguien, que tiene que ver, en primer lugar con esta expansión de cultura, que el mercader, poco a poco genera con la creación de objetos y que luego será reafirmada por los intelectuales de la modernidad.

“Después vendrá Descartes y Kant a demostrar que ese ser ya no es dios, como se pensaba en la edad media, sino que es el mercader pensante, que lo que piensa existe…”[7]

y en segundo lugar, tiene que ver, con la función que cumple el objeto en esta necesidad de llenar el vacío del ser, vació que es engendrado en la moralidad, porque al no soportar la ira de dios se crea un mundo donde lo bueno se encuentra en la ciudad y no fuera de esta, en las campañas esta el miedo y el mal que es aquel que no cumple con la conducta religiosa, el pagano. Es de este modo como el Ser de la ciudad, llega a ella vacío en contenido, comenzando poco a poco a construirse hasta solidificarse en la modernidad.
Pero esta construcción solo es posible dentro de una moral que solo forma tensiones entre conceptos por un lado, lo bueno, lo puro, lo civilizado, lo pensado, la palabra, lo tolerado y por otro, lo malo, lo impuro, lo bárbaro, lo sentido, el silencio, lo intolerado.

III. Críticas a la postura de Todorov

Una parte de este trabajo es mostrar que la lucha por la tolerancia no depende de un contexto histórico, político y cultural y esta idea se basa prácticamente en cuestionar la postura del autor, que por el contrario, contextualiza la lucha por la tolerancia.
A partir del análisis que el autor realiza con respecto al principio de igualdad, se advierten las dificultades que este principio tiene tanto en la teoría como en la práctica y hace un recorrido de la problemática que se desprende de este. Ahora bien, luego de “analizar” supuestamente los problemas de la doctrina en si misma dice;

“………pero en todos los casos la teoría permanece coherente con ella misma postulando al mismo tiempo la igualdad de los hombre y la jerarquía de los valores” [8]

Con esto parece estar mostrando solo los problemas que tiene este principio en el terreno práctico, pero se evaden, a mi entender, los problemas que tiene en si mismo este principio.
¿Cabe preguntarse?, en este sentido, ¿si es lícito decir que un principio que tiene un mal uso en la práctica de la tolerancia, puede ser fundamento de esta?.
Creo que con la problemática planteada se podría analizar la definición del principio de manera inversa, esto es, ¿Qué pasaría si la lucha por la tolerancia sería ir en la dirección inversa postulando, permanecemos distintos en tanto todos somos hombres? ¿Las consecuencias no podrían ser otras y tal vez menos cruentas?, decir todos los hombres somos distintos, es contrario a decir todos somos iguales, en este sentido lo que deberíamos tolerar no sería la igualdad sino las diferencias entre los humanos.
Las consecuencias prácticas en busca de una igualdad universal, como sabemos son cruentas y dominadoras de saber, pero el autor indica que;

“como este principio es aceptado por todos los Estados democráticos……, es posible luchar en este sentido, al referirse a un principio admitido por todos. Lo que a primera vista pueda parecer contradicciones internas de la doctrina humanista, en realidad, no es mas que su aplicación incompleta o su desviación como ocurre con el racismo o con el colonialismo”[9]

Esto esta ligado a lo cuestionado anteriormente, esto es, que se están teniendo en cuenta en el análisis solo las consecuencias practicas del principio, amén de que al autor advierte que también la doctrina tiene problemas es sí misma pero de todos modos no cuestiona el principio en si mismo sino que mas bien se evade y luego plantea que sus consecuencias prácticas no tiene que ver con la doctrina sino con su aplicación o el mal uso de ella.
El principio de libertad, que tiene como base al principio de igualdad, para fundamentar la tolerancia, parece plantearse en al mismo sentido. El autor luego de analizar los problemas prácticos de la libertad que se suscitan a partir de Rousseau, Spinoza y Bayle, que como dijimos anteriormente estos problemas tienen que ver con las tensiones que se generan a partir de este principio, tensiones tales como lo publico y lo privado; como el pensar, decir y actuar, etc.
El autor a raíz de estos problemas prácticos que plantea la libertad dice;

“El programa liberal es incontestablemente generoso, pero esta mal fundado. ¿No sería antes que abandonarlo, buscarle unos mejores cimientos?.... Encontramos una tentativa interesante a este respecto en otro fundador del liberalismo, J. Locke…..”[10]

Una vez mas, el autor parece no plantear el problema que puede tener la doctrina como tal, en este caso la libertad, diciendo que el problema esta en lo que se construyo a partir de esta, pero no tiene en cuenta que este principio mal fundado es tomado como fundamento de la tolerancia.
Ahora bien, los mejores cimientos se encuentran para el autor en el programa liberal de Locke que dice que:

“el bien público es la regla y la medida de las leyes” “Las leyes no cuidan de la verdad de las opiniones sino de la seguridad y la integridad de los bienes de cada uno y del Estado”, luego, “no puede obligarse a nadie contra su propia voluntad a portarse bien o enriquecerse”[11]


Si bien Todorov advierte los problemas que este bien común tiene, ya que dicho bien puede estar definido por cada uno según su conveniencia, no parece profundizar esta libertad ilimitada. Luego advertir que Locke se da cuenta de dicho problema y por lo tanto marca tres tipos de actos intolerables. Entonces cualquier solución a la cuestión de la tolerancia debe admitir la existencia de la intolerancia. Y de aquí parte la postura del autor, y es como dije anteriormente, que el combate por la tolerancia y en este sentido su posible solución, solo dependerán del contexto político, histórico y cultural en que se viva.
Lo que parece estar indicando con su postura, es que la intolerancia va a existir siempre y por lo tanto la lucha por la tolerancia también, entonces no hace falta pensar en una posible solución de esta, ya que depende puramente de un contexto.
De este modo disiento con el autor, en primer lugar: por que se detiene solo en consecuencias prácticas de cada uno de los principios, sin hacer un análisis exhaustivo de cada una de las definiciones de estos principios ya que estos son determinantes, según el autor, para la tolerancia. En segundo lugar disiento por que creo que contextualizar la lucha por la tolerancia es dar por solucionado un tema que hasta ahora no encuentra solución, porque a partir de estos principios, no parece generase la lucha por la tolerancia sino mas bien la lucha por el poder, y esto último se puede deducir tan solo de su propio análisis ya que se detiene solo en consecuencias prácticas de estos principios. Contextualizar la lucha por la tolerancia es desde mi punto de vista dejar de lado un problema que históricamente se arrastra hasta nuestros días. Contextualizar la tolerancia es darle al problema una solución inmediata sin profundizar cuestiones de principios o conceptos creados.
En este sentido, el punto de vista de Sastre, es distinto por que si bien es un texto político, dirigido a un determinado público de Europa, parece estar advirtiendo a los europeos la necesidad de replantar y de revisar los conceptos, que en definitiva son los que lo conducen a un sentimiento de incertidumbre tal que no puede tomar conciencia de donde esta parado.

“Un africano, hombre del Tercer Mundo, ex colonizado. Añade: “Europa a adquirido tal velocidad, local y desordenada… que va… hacia un abismo del que vale más alejarse.” En otras palabras: está perdida. Una verdad que a nadie le gusta declarar, pero de la que estamos convencidos todos.”[12]

La intolerancia Europea debe tener un límite porque si no el efecto boomerang[13] será cada vez peor. La cura de esta intolerancia europea puede encontrar solución en la revisión de sus conceptos, por que la mirada del colonizado esta advirtiendo las mentiras europeas:

“ustedes nos han convertido en monstruos, su humanismo pretende que somos universales y sus prácticas racistas nos particularizan”[14]

estas mentiras europeas son, a mi entender, los conceptos universales que los europeos creyeron y creen aun conveniente solo para sus beneficios, en el sentido de no querer perder los valores creados de una cultura que data de una larga trayectoria histórica.

IV. Conclusión
A lo largo de este trabajo se han desarrollar dos concepciones, como lo es el origen y la construcción del Ser por un lado y el origen y la construcción de los principios de la tolerancia por otro, que si bien se encuentran alejadas temporalmente se puede decir que mantienen una conexión plausible por suceder ambas en un mismo campo (el occidental). Pero también se intento mostrar que esta construcción trajo de la mano la intolerancia que aun hoy se nos hace imposible derribar. La pregunta que nos queda por hacer es si es posible derribarla. Sartre, diría que esto solo es posible si el europeo se da cuanta de sus propias mentiras.
Ni Kusch, ni Fanon le hablan al europeo, pero parecen advertir que el europeo se derrumba si no abre los ojos; Kusch advierte que hay algo mucho mas fuerte que esta por debajo de este Ser - y que puede servir para el replanteo occidental- que es el mero Estar aquí,

“donde no se busca ni que desaparezca el caos, ni se teme que el no-ser implique la aniquilación, simplemente por que se está”… “Esta categoría puede ayudarnos a comprender la idea teológica del bautismo cultural”[15]

Fanon, en cambio, plantea que lo que consideraron débil los europeos se les puede volver en contra, advierte la mentira de los criterios universales que imponen arbitrariamente y esto no resulta difícil de comprobar.
Seguramente correrán ríos de tinta para que la tolerancia deje de ser una utopía.


BIBLIOGRAFÍA:

TODOROV, Tzvetan: “Las morales de la historia”, Ediciones Paidos, Barcelona. 1993. Pág. 177-195
KUSCH, Rodolfo: “América Profunda”, Editorial Bonum, Bs.As. 1975. KUSCH, Rodolfo: “La negación en el pensamiento popular”, Editorial Cimarrón, Bs. As. Pág. 45-55.
CULLEN, Carlos: “Reflexiones desde América”, Editorial Fundación Ross, 1998.
Prefacio de J. P. Sastre en el libro de Frantz FANON: “Los condenados de la tierra”, Editorial: FDCE, México. 1963.
WALZER, Michael: “Tratado sobre la tolerancia”, Editorial Paidos. Bs.As. 1998.

NOTAS:

[1] TODOROV, Tzvetan: “Las morales de la historia”, Ediciones Paidos, Barcelona. 1993. Pág. 177-195
[2] Esta cita Todorov. la toma textualmente de Bartolomé de Las Casas: “Cartas al príncipe Felipe”, en las Casas y defensas de los indios.
[3] Los problemas que estas posiciones suscitas en cuanto a los principios de la tolerancia serán materia de análisis en el siguiente paso de este trabajo, sin tener en cuenta la lectura que el autor realiza de cada uno de los pensadores, ya que pueden ser consideradas como subjetivas o forzadas a decir lo que el autor intenta mostrar.
[4] Kusch, R: “América profunda”, Libro II, Editorial Bonum, Bs. As. 1975. pp. 125 – 138.
[5] Ibíd. Pág.
[6] Ibíd. Pág. 130.
[7] Ibíd. Pág. 137.
[8] Todorov, Tz,: La tolerancia y lo intolerable, en Las morales de la historia, Ediciones Paidos. Barcelona. 1993. pp. 177-195
[9] Ibíd., Pág. 182.
[10] Ibíd., Pág. 189.
[11] Ibíd., Pág. 189.
[12] Sastre, J. P: Prólogo, en Fanon, F, Los condenados de la tierra. FCE, México, 1963.
[13] Termino que utiliza Sastre para decir que la violencia Europea es devuelta por los pueblos colonizados como Argelia, donde se mata europeos al azar.
[14] Ibíd. Pág. 8.
[15] Cullen, Carlos: “Reflexiones desde América”, Editorial Fundación Ross, 1998.

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